Muchos lo toman como cliché; como reto, incluso. “Yo te voy a demostrar que sí existe”. ¡Por favor! Al par de semanas, buscarán a otra menos sexualmente selectiva que yo y más inocente, quizá. Más linda. Más crédula. Y también más feliz.
Porque así es su “amor”, el amor que la sociedad tanto nos presume. Es un engaño. Un engaño bastante cruel. La gente lo cree, la gente se impregna de ello para convencerse de que esa persona lo es todo para ellos aun si eventualmente ese “amor” pasa.
Es lo triste del amor. No importa cuántas cosas hayas compartido con esa persona. En un instante, ésta te parece tan especial a plena luz del sol y después, nada. Nada. Ya no sientes absolutamente nada por esa persona. Nada. Ni amistad, cordialidad, agradecimiento. Nada. Inclusive el rencor se desvanece por completo.
La gente cree en el amor para convencerse de que hay algo más que sólo sexo. Sinceramente, no le veo el caso. No veo caso alguno en escoger a una persona como única si bien existen todas las demás.
Las mujeres siempre son fieles, desde luego. Siempre. Incondicionalmente. No hay otro hombre como aquel que escogen, pese a cuanto dolor puedan provocarse a sí mismas en esa necedad que más bien es aquel irrefutable sentimiento de querer estar con quien realmente les brinda un poco de pasión a su vida. Llámese drama y bofetadas, en el más emocionante de los casos. Ya saben, uno de esos casos en que un “te odio” termina en un beso apasionado y, en la mente de la mujer, su película favorita está cobrando vida. Es patético. El sentimiento mismo es patético. Pero fiel, a fin de cuentas. La mujer es fiel.
El hombre no.
Hay todas estas imágenes, todas estas mujeres, todas estas antiguas novias, todas estas mujeres que no accedieron a acostarse con él, todas estas celebridades que él tiene en la cabeza. Nunca podrás ser sólo tú. Nunca eres tú realmente, es sólo una copia de la idea en que ellos se basan para pensar que así eres tú aun si no es real.
Nada es real. El amor mismo es irreal. Es estúpido. Es una unión de alucinaciones que compaginan en soledad, ocio, insomnio, pausa a tus metas personales, vulnerabilidad, ternura, costumbre, amistad, confianza y abstinencia sexual. Pero sobre todo soledad. Y ocio.
Es cruel verlo de esta forma, pero creo que es aún más cruel el engañarse. El creer que realmente existe algo tan bueno, tan preciso. Es cruel creer en algo tan luminoso que te deslumbra a la vista, y no ves las cosas con claridad.
Es incluso más cruel para una mujer inteligente.
Yo creo que una mujer inteligente y atractiva es un error de la naturaleza, una mutación equívoca o inesperada por algún gen rebelde que decidió cambiar de camino. La sociedad le hace sentir así a cada paso.
De nada le sirve ser atractiva, abre la boca y ningún hombre de su agrado sabe de qué está hablando. Todos responden lo mismo: “¿Qué?”.
Llega a ser un hastío el tener que explicarse a cada paso, tener que explicar por qué dijo esto o por qué es así o por qué se alejó sin despedirse. Principalmente porque el intelecto nos implica a hacer las cosas, mas nunca explicarlas. Principalmente porque no lo entenderían.
Las personas se engañan. Las personas se ciegan. La naturaleza es tal cual es.